"Estuve Dos Años Destruido": El Desgarrador Testimonio de Juan Pedro Sobre el Escándalo que Marcó su Vida

En un capítulo cargado de emoción en Mundos Opuestos, Juan Pedro Verdier abrió su corazón y relató por primera vez el oscuro y doloroso proceso que vivió tras la filtración de fotos íntimas junto a su pareja, Karen Paola, en 2018. Su testimonio no solo conmovió a sus compañeros, sino que expuso las profundas cicatrices que dejó uno de los episodios más mediáticos y crueles del espectáculo chileno.
El uruguayo confesó que el impacto del hackeo lo llevó a un límite insostenible, resultando en una serie de autolesiones que culminaron con su internación. Según su relato, todo comenzó con una extorsión, donde delincuentes exigían dinero a cambio de no publicar material privado que habían robado del teléfono de la cantante.
Inicialmente, la desesperación llevó a Juan Pedro a sospechar del técnico que había reparado el celular de Karen. En un acto de impotencia, lo enfrentó y lo llevó a la casa del dueño del local. Sin embargo, la investigación policial reveló la verdad: el responsable era un tercero que había engañado a Karen con un enlace malicioso. Aunque el culpable fue detenido, su rápida liberación dejó a la pareja con un profundo sentimiento de injusticia y desolación.
El impacto en su vida fue brutal y devastador. «Corría descalzo por la ciudad, pidiendo favores para que no se difundiera el material», recordó, describiendo un espiral de angustia que lo consumió por completo. La situación escaló a niveles insoportables:
- Su hijo fue víctima de bullying en el colegio.
- Los programas de televisión explotaron el caso con morbo para generar rating.
- Perdió su trabajo y la capacidad de funcionar en su día a día.
- La obsesión por controlar la difusión lo llevó a confrontar a personas en la calle y en redes sociales.
Finalmente, entre lágrimas y ante la mirada atónita de sus compañeros, Juan Pedro confesó el punto más bajo de su crisis: «Me autoagredí en varias ocasiones, hasta que mi pareja me descubrió y decidió internarme». Con la voz quebrada, concluyó: «Estuve dos años destruido, no podía ni pararme».
Su valiente testimonio abre una conversación necesaria sobre el daño irreparable que puede causar la exposición de la intimidad y la urgente necesidad de una justicia más efectiva ante los delitos digitales que destrozan vidas.
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